Cuando conocer a tus hijos no es un flechazo de amor

Puede que el título te suene un poco extraño, pero a veces, ese primer flechazo de amor que se supone que tiene que ocurrir en el momento del parto no se produce si las cosas no han salido como esperas.

Y las sensaciones que dejan te pueden resultar hasta violentas.

Sientes que te has fallado a ti misma. 

En mis dos cesáreas la sensación de frialdad en el reencuentro con mis hijos fue algo que me descolocó mucho.

Una sensación que por mucho que trato de entender sigo sin aceptar. ¿Por qué me tenía que pasar aquello?

Era su madre, se supone que tenía estar muy contenta, feliz, emocionada.

Me sigue pesando todas aquellas emociones  a pesar de que no soy culpable de ninguna manera de la situación que se estaba dando.

Creo que nunca dije lo que en ese momento se me pasaba por la cabeza, aunque creo que se me notaba bastante.

Dicen que soy poco expresiva en ese sentido con las muestras de cariño y afecto con la gente que me rodea.

En la primera ocasión la cesárea de los gemelos fue posterior a una larga inducción al parto que se dio por fracasada por falta de progreso en el avance del primer gemelo por el canal del parto.

Un parto así, con mucha oxitocina sintética puede ser dramático para la madre, que puede ver saturados sus receptores de oxitocina y tener efectos en su conducta maternal.

La separación que tuve con ellos fue de 24 horas, hasta poder conocerlos, porque luego siguieron en la unidad de neonatos que además tenía restricción de horario.

La primera vez que los vi no fue ni por asomo la reacción que pensaba que tendría.

Fue una reacción muy fría y con un comentario que recuerdo tenerlo grabado a fuego.

Jo, es como mi padre” 😯 .

Desde lejos, metido en la incubadora, mi hijo no me  pareció hermoso, más bien feo.

Lo quería más bonito o más parecido a mi marido, no a mi padre. Leñes.

Y aun con el otro bebé, Roberto Carlos, la sensación de poder cogerle la primera vez, tampoco fue de enamoramiento.

No ese flechazo  del que hablan tantas madres cuando cruzan su primera mirada con su hijo.

Era pequeño, y era lindo. Pero no, no era ese amor profundo que tienen las madres que pueden abrazar a sus hijos nada más dar a luz sin separación alguna.

No puedo evitar acordarme de esto con lágrimas en los ojos.

Me siento hasta culpable por no haber sentido lo mismo que esas madres.

Y la culpa de esto, no la tiene nada más que esa falta de oxitocina que tenía que haber existido en un parto normal y la separación que sufrimos.

Con los segundos gemelos la cosa no fue distinta. Sentí la misma indiferencia en el momento más intenso, que fue 4 horas posterior a la cesárea.

Aunque me los enseñaron en el quirófano, lo hicieron mal, no los pude ver al momento de salir, ni bajaron la sabanilla como hacen con otras madres.

Me dejaron verles y besarles, cero coma, y se los llevaron.

Ni siquiera el padre estuvo con ellos en contacto piel con piel. Ni eso.

De esto, sorprendentemente, me he enterado hace apenas unas semanas, porque saco el tema con frecuencia.

Siempre supuse que ellos fueron con el padre en ese momento,  y ¡resultó que no!

Así que me da por pensar mil cosas.

Lo que estaba es muy alterada, porque sabía lo que estaba pasando, no fue como la primera cesárea que estaba drogada completamente por los calmantes.

Ahí lo único malo era que no podía mover las putas piernas (perdón), y aquello solo significaba que estaría más tiempo en esa habitación sin verles.

Además, me tuvieron que poner oxitocina de nuevo, porque no contraía bien el útero y sangraba.

Lo pasé fatal antes de subirme a la planta y reencontrarme con ellos.

Luchando porque no les dieran nada que no fuera mi leche, mi marido por una parte y yo por la otra.

Un poema.

Pensé que con toda esas ganas que tenía, mi llegada al verlos sería diferente. Y más con todo lo que había llorado en la cesárea.

Pues no. De nuevo no se produjo ese flechazo instantáneo.

No fue amor a primera vista, ni nada por el estilo.

El amor se forjó a base de mucha teta y mucho contacto piel con piel.

Me faltó oxitocina al empezar, aunque luego nadaron en abundancia en ella gracias a la leche materna y la succión al pecho.

¿Tienes alguna experiencia similar que quieras compartir con nosotras? ¿Te gustaría contar tu experiencia?

Pues hacerlo en comentarios.

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