Aromaterapia como acompañamiento en la infancia

Hoy os traigo un post de invitado sobre un tema del que me apetecía mucho hablar, pero sobre el que no tenía competencia alguna. La aromaterapia como herramienta de apoyo en la crianza.

Gloria Millán, de Living Oil Passion es enfermera de pediatría, asesora de lactancia y experta en aromaterapia.

Conocí a Gloria hace años, cuando era alumna en el curso de lactancia de Multilacta. Tuve el placer de ser su tutora, hasta que se integró al equipo de asesoras del grupo.

Cuando nos hablan de aromaterapia, solemos pensar en un olor agradable para nuestro hogar, quizá en aromas que relajan o nos hacen sentir bien. Y aunque en cierto sentido es así, detrás de este término hay mucho más.

En una conversación sobre destete dentro del grupo de asesoras nos contó cómo había utilizado los aceites esenciales para ayudar en el proceso.

Si quieres saber un poco más de ella, puedes seguirla en Instagram.

¿Qué es la aromaterapia?

La aromaterapia es una disciplina que trabaja con aceites esenciales, sustancias que las plantas aromáticas fabrican para adaptarse al medio que les rodea, como elemento de comunicación y supervivencia.

Los pueden usar como arma defensiva frente a una agresión (plagas, plantas competidoras, bacterias…), para atraer polinizadores, o para ayudar a su propia regeneración. Son líquidos altamente concentrados y muy volátiles, y se llevan usando desde hace miles de años (ya en el antiguo Egipto), siendo una de las primeras medicinas que el ser humano utilizó.

Cada gota de aceite esencial puede constar de hasta 200 principios químicos activos, aunque sean tres o cuatro los dominantes, los que le profieren sus propiedades específicas. Estas moléculas son tan pequeñas que penetran la barrera celular y la cerebral (hematoencefálica), desarrollando sus efectos dentro de nuestro organismo.

Vías de uso de la aromaterapia

En general son tres las vías de uso:

  • Inhalada. Al inhalarlos, los aceites esenciales llegan a los pulmones, donde ya desarrollan un primer efecto. De allí pasarán a la sangre mediante el intercambio gaseoso, y se distribuirán por todo el organismo. Pero también parte de las moléculas tomarán otro recorrido, ya que el olfato es el único sentido conectado directamente con el cerebro, más concretamente con el hipotálamo, centro regulador de la emociones, de la memoria, del aprendizaje, del estrés.
  • Tópica (por la piel). Mediante su aplicación en la piel, los aceites esenciales se absorberán y producirán efectos locales, pero también sistémicos al distribuirse por todo el cuerpo una vez han penetrado hasta los capilares.
  • Interna (ingesta). Los niños no deben ingerir aceites esenciales hasta los 12 años de edad.

Se trata, por tanto, de una herramienta que nos acompañará en la crianza tanto para ayudarnos a hacer frente a retos físicos, emocionales y espirituales, y es esta dimensión holística lo que la hace tan especial.

A nivel científico, cada vez hay más estudios que reconocen las propiedades de los aceites esenciales.

Todos aceites, en mayor o menor medida, son citofilácticos (regeneradores celulares). Algunos, además, tienen propiedades antibacterianas, antivíricas, antisépticas, activadores de distintas funciones del organismo, relajantes y sedantes, activadoras del sistema nervioso, antioxidantes, analgésicas…

Contar con aceites esenciales en el hogar nos proporciona un botiquín natural (físico y emocional) muy completo.

Los aceites esenciales en la crianza

Los aceites esenciales pueden acompañar a nuestros bebés a partir de los tres meses de edad. Hasta ese momento, su cuerpo se está adaptando a la vida fuera del útero, y es conveniente mantener un ambiente lo más neutro posible.

A partir de los tres meses, empezaremos por aceites esenciales con una química muy suave, muy fáciles de metabolizar. Los iremos incorporando de uno en uno, igual que cuando introducimos la alimentación complementaria.

La vía inhalada (difusor) es la más segura, se pondrán una o dos gotas, siempre con la puerta de la estancia abierta y durante periodos cortos de tiempo (media hora). También podemos ponerlos un rato antes de ir a dormir, por ejemplo, y parar el difusor una vez el bebé se encuentre en la habitación.

Además de la vía inhalada, podemos aplicar los aceites esenciales a nuestro bebé en la piel mediante un masaje, siempre diluidos correctamente en un aceite vegetal (1 gota de aceite esencial en 10 ml de aceite vegetal) que evitará irritaciones y facilitará la absorción del aceite esencial.

Una muy buena zona para comenzar son los pies, ya que la absorción es muy buena. Un masaje en los piececitos con aceite esencial de lavanda después del baño invita a la conexión, y a crear momentos únicos con nuestros hijos.

Aceites esenciales recomendados para esta primera etapa serán por ejemplo, el de lavanda, mandarina, manzanilla romana, neroli, limón, ravintsara…

Sólo con estos pocos podemos cubrir necesidades de la piel, gastrointestinales (diarrea, estreñimiento, cólicos…), respiratorias (tos, mocos), de relajación (rutina de sueño, rabietas…) limpieza del aire de nuestro hogar, potenciaremos su sistema inmunológico, promoveremos una sensación de calma…

A medida que crecen, podremos ir incorporando más aceites esenciales, como los eucaliptos (no antes de los 4 años), que serán grandes aliados frente a los virus estacionales que tantos mocos y desvelos nos ocasionan a peques y mayores.

También les podrán acompañar en otros momentos de su vida, durante esos pequeños grandes pasos como:

  • la incorporación al cole (cítricos, lavanda, incienso, vetiver, ylang ylang…),
  • el destete (en caso de haber sido amamantado),
  • las caídas tras intensas exploraciones (incienso, lavanda, manzanilla romana, naiaoulí),
  • las picaduras de los insectos en verano (citronela, ábol de té, geranio, lemongrass),
  • las tardes de estudio cuando comienzan la primaria (limón, menta, romero, incienso, lavanda, vetiver, cítricos), ya que, al atravesar la barrera cerebral, los aceites esenciales también pueden mejorar las funciones de memoria y aprendizaje.

Pero si todo esto fuera poco, al crecer en un hogar donde los aceites esenciales se encuentran presentes irán integrando poco a poco una herramienta de autocuidado a todos los niveles, irán aprendiendo a observarse, a ser cada vez más conscientes de sus necesidades y de cómo satisfacerlas, y contarán con un recurso más para hacer frente a los retos que les vayan surgiendo en el día a día.

Bibliografía

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Obregón, E. Manual del curso “Aceites esenciales y su empleo terapéutico (seguridad clínica y usos prácticos).

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